Así fue el inicio de Victor Sierra en la Loa de los Santos Reyes Magos

Loa de los Santos Reyes Magos
3 min readMay 1, 2021

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Adaptación del artículo del artículo original de Andrea Villamil

Todo comenzó como un juego. Aquellas tardes, las polvorientas calles del pueblo se teñían de inocencia para ver desfilar a los magos de Oriente entre peñones y arenilla. Las sábanas de la casa de Victor Sierra, un niño de 12 años con despampanantes ojos azules, desaparecían de las camas para convertirse en majestuosas capas, dignas de los más ilustres reyes. Era de noche, no había luz en Baranoa, pero las coronas de cartón y los vestuarios de papel cometa resaltaban en el viejo barrio.

Era un juego, una idea de inquietos chiquillos que se negaban a vivir la tradición tan solo una vez al año. Invitaban a la gente de la cuadra, quienes veían a los centinelas marchar con rústicas varas en sus manos, pero no lo hacían al compás de bellas dianas sino al de los aplausos. Para ellos, la Loa de los Santos Reyes Magos era su pasatiempo favorito: uno que dejó de serlo para convertirse la realidad de Víctor, quien ya no es tan niño.

Ahora tiene 76 años, viste una capa larga y un turbante verde. Lleva maquillaje en el rostro que resalta sus ojos azules, y una barba falsa que cualquiera juraría que es real. Y tal y como el personaje que interpreta, el rey Gaspar, también la nieve que en sus cabellos, que en hebras de plata ostenta, es causada por los años que tiene ya de experiencia.

Su juego dejó de serlo en 1960 cuando Pomponio Guzmán Silvera, un profesor suyo, le llamó mientra caminaba por la plaza principal del pueblo. Por cosas del destino, él iba pasando por El Camellón, un parquecito acomodado detrás de la Iglesia Santa Ana. Allí, su maestro le preguntó si quería ser parte del elenco de la Loa, y que le iba a dar el papel más corto y sencillo: Doctor de la Ley. Aceptó sin dudarlo, y ahí empezó su travesía por la tradición escénica popular religiosa más antigua de la región Caribe.

Anteriormente, esta celebración tradicional era llamada Fiesta de Reyes, una fecha que comprendía la representación artística de la llegada de los magos a Belén así como actividades de esparcimiento en las casetas que se formaban alrededor del acto. Y, aunque su origen aún es materia de debate de investigadores lugareños, el Museo Histórico de Baranoa (MUHBA) ubica la fecha de la primera escenificación entre 1877 y 1888, época en la cual el cura Santiago Felipe Acosta Sánchez, hijo de Antonio Sánchez y Concepción Acosta, fue párroco de la iglesia central.

«Eran Loas a pulmón», relata Víctor Sierra quien vio esas escenificaciones cuando era joven, «porque la falta de fluido eléctrico en Baranoa no daba para conectar micrófonos». Además, el palacio de Herodes se iluminaba con lamparas a gasolina, todo esto orquestado por los obreros de la Loa. Años más tarde, y con ayuda de plantas eléctricas de cantinas, las voces eran escuchadas en la zona céntrica del municipio.

En el año de 1961, José Daniel Llanos fue designado como director de la representación teatral, y llamó a Victor Sierra para que este le sirviera como Sabio Tolomeo, otro de los personajes que habla poco en la obra. «Él dirigía la Loa en el patio de la casa», decía, «bajo un palo de ciruela tenía un foquito guindando para allí él poder ver y dar indicaciones». Ahora compara esos ensayos con los de las Loas modernas, donde según el veterano actor se ensaya con movimientos y correcciones pertinentes.

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